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Hablar de castillos y sus  grandes estructuras es sentir los ecos medievales, interpretados por los románticos. ¿Cuántos de nosotros no hemos jugado incluso con fortalezas de juguete y ejércitos de caballeros de plástico? La que hoy nos ocupa ha sido reconocido por la UNESCO, así como escenario de varias películas y un popular juego de mesa la ha hecho conocida en docenas de países. ¡Si te preguntas qué ver en Carcasona has llegado al lugar correcto!

Existen viajeros urbanitas, de esos que peregrinan por grandes ciudades buscando plazas, palacios y museos. Recorren las calles como cazadores de instantáneas tratando de inmortalizar su paso por cualquier rincón interesante, casi como si descubrieran el mundo por primera vez. Por supuesto, también se conoce otra variante de la misma especie, la que prefiere los lugares rurales y una tercera que une ambos intereses.

Vista aérea de la Cité medieval de Carcasona y sus murallas

Carcasona se ofrece como una posibilidad para estos últimos, aunque no será desagradable para los dos primeros grupos. El destino nos brinda campos verdes, casi infinitos, las comodidades de una pequeña ciudad y la riqueza monumental de no una sino dos obras Patrimonio de la Humanidad: el Canal Du Midi y la gran ciudadela medieval.



Brevísima historia de Carcasona

De pequeño tamaño, apenas 50.000 habitantes, Carcasona se enclava en la zona de Occitania, a 93 kilómetros de Toulousse y unos 300 de Barcelona. Actualmente levantada a ambas orillas del río Aude, sus fértiles tierras y su posición, estratégica tan cerca de la costa (menos de 80 km) y de la Península Ibérica, le otorgaron una gran importancia durante el Medievo, aunque sus orígenes son anteriores.

Arco en la muralla de Carcasona

En la Antigüedad existió un pequeño poblado u oppidum prerromano que fue sustituido por una pequeña pero próspera ciudad conocida como Iulia Carcaso. Fueron los hijos del Tíber los que, a finales del siglo III y principios del IV de nuestra Era, comenzaron a fortificar el lugar creando una potente muralla y una fortaleza de la que se han reconocido pequeños restos. Por esas tierras lucharon los visigodos contra los francos y más tarde los reyes de Aragón contra los de Francia. Como uno de los reductos de la herejía de los cátaros fue escenario de algunos combates durante la Cruzada Albigense (1209-1244), a la que se deben parte de sus construcciones.

El rescate decimonónico

Fruto de tantos conflictos y peligros, la parte antigua, al oeste del Aude, se protegió con un circuito doble de murallas que se han convertido en su seña de identidad. De cerca de 3 km de longitud, posee 52 torres y dos puertas monumentales: la de Narbona y la de Aude. Además, la ligera elevación sobre la que se yergue le proporcionó una buena visión del paisaje circundante en el pasado y hoy le permite ser observada desde la distancia como una acrópolis imposible de resistir.

Antiguo puente de Carcasona, sobre el río Aude

Pero no nos engañemos, la vieja ciudadela fue ampliamente restaurada en el siglo XIX por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, aunque siguiendo unos criterios que le han convertido en ejemplo de intervención en el patrimonio antiguo. Perdida la necesidad defensiva, el presente le ha dado una función recreativa que se asemeja a la de otros núcleos urbanos como los españoles Lugo y Ávila, cuyas murallas son atractivos turísticos de primera magnitud. No en vano llegó a inspirar a Gustave Nadaud (siglo XIX) su poema Carcassonne, donde aparece como un lugar que debe conocerse antes de morir.



Lo que no te puedes perder

Pero volviendo a la Carcasona real, de piedra centenaria, ¿qué podemos ver entre sus muros? Quizá el castillo sea lo que más llame la atención al visitante, siempre y cuando se atreva a subir la cuesta que nos lleva a la Puerta de Aude, en la parte oeste de la ciudad. Construido por los Trencavel, vizcondes de la localidad, se terminó en el siglo XII y conserva la impronta de una época tan convulsa. Existe la posibilidad de visitarlo con visitas guiadas y en ocasiones, generalmente en verano, es escenario de recreaciones de torneos de caballeros.

Pero como los temas marciales no han sido lo único que ha ocupado la mente del ser humano podemos relajarnos en otros puntos de carácter más pacífico. En el ángulo suroeste un teatro moderno, levantado en 1908 y dedicado en 2006 al actor y director teatral Jean Deschamps, recibe al viajero con sus gradas dispuestas para un pequeño descanso disfrutando de una representación o de un concierto.

Basílica de Saint Nazaire en el interior de la Cité en Carcasona

El problema es que las vistas nos incitan al mismo tiempo a seguir nuestra exploración, sobre todo con las murallas, torres y la cercana basílica de Saint-Nazaire. Esta última, antigua catedral, tuvo unos orígenes carolingios pero la mayor parte de la estructura actual es gótica con algunas partes románicas. Vidrieras y gárgolas transportarán al turista a unos días de religiosidad intensa, donde las desgracias parecían provocadas por los pecados de los hombres y mujeres. Tampoco hay que olvidar que Carcasona se encuentra en uno de las rutas europeas principales del Camino de Santiago.

Callejeando por esta pequeña porción de Carcasona comprobaremos que a pesar de su carácter de monumento la ciudadela conserva una personalidad vital, si bien la mayor parte de las personas que deambulan son turistas, creándose toda una industria para atenderlos. Entre sus estrechas vías existen todavía grandes caserones que nos ofrecen sus fachadas como testigos mudos de un pasado que ahora disfrutamos casi como un espectáculo.



Museos y rincones cargados de historia

Y para comprender mejor el ayer qué mejor que visitar los museos de esta parte tan antigua. Uno de ellos, en la zona sur, destila un aroma que todos hemos conocido, bien como alumnos o como docentes: el Museo de la Escuela. En las salas de este antiguo centro de enseñanza municipal se expone cómo eran los métodos pedagógicos en el siglo XIX, cuando la escolarización empezó a dejar de ser un privilegio. Si el viajero tiene ganas de más lugares como este en la parte norte el Museo de la Inquisición presenta la cara más oscura de esta institución, contando con una colección de instrumentos de tortura dignos de una película de terror. Y como la Edad Media es la impronta principal de esta zona tampoco se pueden dejar de visitar El Centro de Historia de la Vida Medieval y la Mansión de la Caballería, que permiten acercarse a facetas poco conocidas de una manera interesante y divertida.

Puerta de la muralla de Carcasona al interior del castillo

Pero si lo que queremos es un poco de leyenda nuestros pasos pueden dirigirnos a la Place du Grand Puits (“La Plaza del Gran Pozo”). Allí, mientras descansamos en uno de los bares y restaurantes, podremos escuchar acerca de la leyenda que sostiene que en el interior del pozo se encuentra todavía un gran tesoro que escondieron los visigodos. A esta hay que sumar la fábula de la Dama Carcás, noble mujer que defendió casi sola la ciudadela de los ejércitos de Carlomagno.

Los rincones de la ciudadela son numerosos y no sería raro que más de un visitante agote la posibilidad de hacer fotos y necesite un buen descanso. Pero en caso de tener tiempo y fuerzas un puede salir del recinto por la monumental Puerta de Narbona, en la parte este, con sus impresionantes torres. La parte baja nos espera con algunos rincones inolvidables.



El destino que todo cinéfilo debe conocer

Recorriendo las 11 hectáreas de la parte fortificada cualquiera se pregunta cómo la UNESCO no declaró la zona Patrimonio de la Humanidad mucho antes (1997), ante un escenario que parece sacado de una película. Curiosamente ha servido de localización para unas cuantas producciones entre sus muros, destacando El león en invierno (1968), Robin Hood: príncipe de los ladrones (1991) y Los visitantes (1992), si bien su eco en la cultura popular no termina ahí. Hace casi dos décadas el sello alemán Hans im Glück sacó al mercado un juego de mesa llamado Carcassonne que tiene a nuestro enclave como inspiración. De carácter estratégico, los jugadores compiten con la fundación de ciudades, catedrales y la colonización de territorios convirtiéndose en un éxito que ha generado numerosas expansiones.

Muralla de Carcasona con torre de vigilancia

La bastida de Saint Louis

Lejos de agotar el patrimonio monumental de Carcasona tenemos un rincón, cruzando el Aude en dirección al oeste, también con carácter añejo. Fundado por Luis IX el Santo en 1248, La Bastida era una ampliación de la localidad, quedando ahora como un barrio elegante y lleno de patrimonio. Tiene un trazado recto de manzanas cuadras y ordenadas, que recuerda a las antiguas colonias romanas y griegas, pero dotado de una arquitectura mucho más moderna.

Calles de La Cité en Carcasona, dentro de las murallas

La pérdida de su valor estratégico en el siglo XVII benefició a esta parte de Carcasona gracias a un próspero comercio que se prolongó durante más de un siglo. Consecuencia de ello son sus numerosas mansiones, edificios monumentales, la Catedral de Saint-Michel y el Canal Du Midi (s. XVII), obra que une de manera tan sobresaliente la ingeniería y el entorno natural que también fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1996.




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