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Reserva yaAlgunos momentos adquieren una dimensión aún más inolvidable cuando se comparten con las personas adecuadas, en el momento adecuado y en el lugar adecuado. Madeira recibe a sus visitantes con los brazos abiertos y ofrece momentos únicos que llenan el corazón de cualquier persona. Es mucho más que un viaje; es una colección de recuerdos: el Mercado dos lavradores, los carros de cesto y el casco antiguo están entre los más importantes.
La gastronomía del archipiélago de Madeira es reflejo de un pueblo sencillo, generoso y hospitalario. Comerse Madeira es saborear su vino, la tarta de miel, el sable negro, las lapas, el pan conocido como «bolo do caco», el plátano dulce, el filete de atún, el maíz frito, los pinchos de carne en varas de laurel, el cuscús de la casa, la sopa de trigo, etc. ¿Aún hace falta más? Porque la lista continúa con deliciosos manjares que hacen perder la cabeza.
Muy típico igualmente, pero a la vez distinto y tanto para aperitivo como digestivo, con sus aromas y su carácter único, el vino de Madeira ha ganado adeptos en todo el mundo. Es un vino generoso con más de cinco siglos de existencia, producido en las laderas y los viñedos de la región delimitada de la isla de Madeira. Quienes ya lo han probado saben de qué hablamos y quienes aún no lo han probado deberían hacerlo.
El bordado de Madeira representa el arte y la tradición, con una calidad y una minuciosidad absolutamente impresionantes, que se nota en cada una de sus piezas.
Las telas que se usan son el lino, la seda, el algodón y la organza. Las ilustraciones de las piezas se hacen a partir de modelos tanto tradicionales como modernos y por último, una vez acabado el bordado, se incluye el sello «único» que hace cada pieza aún más excepcional y especial.
¿Hay algo más reconfortante que un fantástico masaje o una sesión de cuidados tras una marcha por la montaña recorriendo sus famosas «levadas»? Hagas lo que hagas, tómate siempre un poco de tiempo para relajarte y disfrutar unos instantes.
Para la mayoría de la gente, los spas se encuentran en los hoteles y disponen de infraestructuras modernas y de alta gama. Los equipos y los cuidados son enormemente profesionales y no es raro que estén inspirados en los elementos naturales que encontramos en la isla, como la miel, el vino de Madeira o la vegetación. Todo, absolutamente todo, está esperando tu visita.
Situada en una bahía bañada por el océano Atlántico en la costa sur, Funchal es la capital de la isla de Madeira. Es una ciudad llena de historia, de espíritu cosmopolita, de cultura y animación y el centro turístico más grande de la isla. Su nombre proviene de la palabra «funcho», que significa hinojo, hierba que crecía en abundancia cuando se produjeron los primeros asentamientos de la isla.
En forma de anfiteatro, la ciudad de Funchal se extiende sobre una cuenca desde el nivel del mar y se eleva hasta una altitud de 1818 m, en el Pico do Areeiro.
Los paisajes son muy diversos y la animación está garantizada durante todo el año, con eventos de dinamización y entretenimiento.
El Parque natural de Madeira fue creado en 1982 y está clasificado como reserva biogenética. En él encontrarás una fauna y una flora únicas que ocupan casi dos tercios del territorio de la isla. Si deseas visitar esta reserva, tendrás muchísimos rincones para explorar.
Puedes comenzar por el Parque natural de Madeira. No olvides las Reservas naturales de las islas Desertas y Selvagens. Y por último, sumérgete en las reservas marinas (Reservas Marinhas) de Garajau y Sítio da Rocha do Navio y en la red de zonas marinas protegidas (Rede de Áreas Marinhas Protegidas) de Porto Santo.
Hay escenarios increíbles que despiertan nuestros sentidos y nos marcan para siempre en cualquier momento del año en que los visitemos. Una de las mayores atracciones de Madeira es la exuberante vegetación autóctona característica de la Macaronesia, que combina las características tropicales con las mediterráneas y que te dejarán sin aliento por la paleta de colores y la gama de olores que encontrarás. El bosque autóctono de Madeira, la «laurissilva», fue reconocido por la UNESCO en 1999 como Patrimonio Natural de la Humanidad y es uno de los principales motivos para viajar al archipiélago. Prepárate para descubrir paisajes llenos de color y movimiento que te deslumbrarán y te sorprenderán, y que despertarán todos tus sentidos. El bosque «laurissilva» se caracteriza sobre todo por sus grandes árboles. Sin embargo, por su situación geográfica, su clima atlántico moderado y su relieve, la isla de Madeira es también el hábitat de una flora muy rica.
La riqueza natural del archipiélago no se limita solo a su vegetación. Va mucho más allá y presenta una fauna enormemente variada. La avifauna se manifiesta de manera más marcada y la observación de pájaros es una de las actividades en las que se puede participar cuando se visita el archipiélago.
Además, en este espacio de vida natural de cuento de hadas pueden realizarse numerosas rutas de trecking, ideales para los aficionados a la marcha y quienes gustan de descubrir lugares increíbles.
En todo el mundo se conoce a Madeira no solo por su belleza natural, sino también por sus jardines y parques que, casi como en una exposición y especialmente cuidados, presentan una gran variedad de flores, plantas y árboles a quienes los visitan.
Los aromas inundan el aire y dan a la isla su perfume natural. Visitar estos jardines es dar fe de que es posible introducir la naturaleza de lleno en el entorno cosmopolita de la ciudad. Es una combinación única de factores que los hace increíblemente fascinantes y un refugio natural para relajarse y olvidarse del estrés diario.
En los jardines de Madeira descubrirás un poco más del encanto de la isla y verás el resultado de un clima fantástico unido a los suelos fértiles de la isla. Un espectáculo que no encontrarás fácilmente en otros lugares, al menos de este modo...